Reconstrucción fantástica de los jardines colgantes de Babilonia. |
Las murallas y los jardines colgantes de Babilonia,
la estatua de Zeus en Olimpia, el coloso de Helios en Rodas, las pirámides de
Egipto, el mausoleo de Halicarnaso y el templo de Artemis en Éfeso son, según
el erudito romano Marco Terencio Varrón, las sietes obras del hombre que deben
ser admiradas en el mundo. A ese listado de “Siete Maravillas de la Antigüedad”
la ciudad de Babilonia, hoy situada a 90 km al sur de Bagdad, aporta
dos de sus grandes monumentos, por un lado, las imponentes murallas (en cuya
cima se podían cruzar dos cuadrigas sin dificultad, según el geógrafo griego
Estrabón) y, por otro, los exuberantes jardines suspendidos. Sobre estos
últimos, el historiador romano Diodoro de Sicilia escribió lo siguiente en su
obra Biblioteca Histórica:
“Estaban también, junto a la acrópolis, los llamados
jardines colgantes, obra (…) de un rey sirio posterior que los construyó para
dar gusto a una concubina; dicen que ésta, en efecto, era de raza persa y
sentía nostalgia de los prados de sus montañas, por lo que pidió al rey que
imitara, mediante la diestra práctica de la jardinería, el paisaje
característico de Persia (…). Sobre éstas (las terrazas) se había acumulado un
espesor de tierra suficiente para las raíces de los árboles de mayor tamaño; el
suelo, una vez que fue nivelado, estaba lleno de árboles de todas las especies
que pudiesen, por su tamaño o por otros atractivos, seducir el espíritu de los
que los contemplasen.”
Son muchos los investigadores que, a partir de este
relato y de las descripciones de otros autores de época clásica, como Estrabón,
Flavio Josefo o Quinto Curcio, han intentado localizar en la ciudad de
Babilonia el emplazamiento de estos jardines. Se han propuesto varias
alternativas, aunque todas sin argumentos concluyentes, ya que hasta la fecha nadie
ha encontrado huellas arqueológicas que ayuden a su localización. Ante esta
situación, la pregunta a plantearse podría ser la siguiente: ¿Hubo en Babilonia
unos jardines colgantes como afirman los autores clásicos?
De entrada, llama la atención un hecho: ningún texto
de los que conocemos del rey Nabucodonosor II menciona tales jardines en
Babilonia. El historiador griego Heródoto (que nos da una descripción muy
detallada de los monumentos de la ciudad hacia 450 a.C.) tampoco nos habla
sobre ellos. Las únicas referencias escritas proceden de autores romanos, que
nunca visitaron Babilonia. Además, en su época la gran metrópoli
mesopotámica no era más que un campo de ruinas abandonado.
Entre los autores grecolatinos son frecuentes las
confusiones en lo referente a la historia de Mesopotamia, un mundo que les era
totalmente ajeno y lejano. Por ejemplo, Diodoro sitúa Nínive, la capital del
imperio asirio, junto al Éufrates, cuando ésta se localiza en realidad junto al
río Tigris. Además, en su descripción de las murallas de Babilonia el autor
griego tiene una evidente confusión entre las ciudades de Babilonia y
posiblemente Nínive: “En las torres y murallas estaban representados
animales de todas las especies con destreza técnica en el uso de los colores y
en el realismo de las representaciones; el conjunto representaba una compleja
cacería de todo tipo de animales salvajes, cuyo tamaño era de más de cuatro
codos. En medio de ellos estaba representada también Semíramis lanzando desde
un caballo un venablo contra una pantera, y junto a ella su marido Nino
golpeando de cerca a un león con su lanza”.
Esta descripción no encaja en absoluto con la
decoración existente en Babilonia, donde no se ha encontrado ninguna escena de
caza como las descritas por Diodoro. Sin embargo, concuerda muy bien con los
relieves sobre cacerías hallados en el palacio asirio de Asurbanipal (668-630 a .C.) en Nínive. A esta
confusión ha podido contribuir el hecho de que algunos reyes asirios, como
Senaquerib (704-681 a .C.),
llevaran el título de rey de Babilonia. De este mismo monarca asirio, se
encontró en Nínive un bajorrelieve donde se representan unos frondosos jardines
regados por un acueducto. Estos datos nos permiten apuntar la siguiente
hipótesis. Babilonia no parece ser, pese a lo que indica la tradición clásica,
la ciudad de los jardines colgantes. Por el contrario, el palacio de Senaquerib
en la ciudad asiria de Nínive es un excelente candidato para los
famosos jardines.
Relieve asirio con jardines, canales y acueducto: ¿Jardines colgantes de Nínive? |
El rey Nabucodonosor II (605-562 a.C.), que tantas obras de embellecimiento llevó cabo en Babilonia, y el historiador Heródoto, en su detallada descripción de la ciudad, no hablan de los jardines colgantes, ya que es probable que nunca existieran. O al menos no tenemos pruebas de su existencia. Pero, por absurdo que parezca, el mito se ha impuesto y seguiremos hablando y escribiendo sobre los jardines colgantes de Babilonia como una de las Siete maravillas del mundo antiguo. El mito ha ganado una vez más a la historia.
PS. El pasado 6 de mayo la prensa británica se hizo
eco de las recientes investigaciones sobre los jardines colgantes de Babilonia de Stephanie Dalley, de la Universidad de
Oxford, que en breve publicará un libro sobre el tema, donde concluye que realmente estuvieron en Nínive.
Más información en:
Pues en Nínive o en Babilonia la reconstrucción es una verdadera belleza... Los románticos afirmaban que la poesía provenía de oriente. Debían de tener razón.
ResponderEliminarLa existencia de estos jardines, sea donde fuera, supuso además unos conocimientos de ingeniería altos. Las raíces podrian habar colapsado la estructura, filtraciones de agua que la acabaría haciendo añicos...
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