“Pocos minutos después de
las ocho de la mañana del domingo, día 19 de mayo del año 1935, moría Lawrence
de Arabia, a causa de las heridas recibidas en un accidente motociclista que
sufrió en la carretera de Dorset [condado situado en el suroeste de
Inglaterra].” Con estas palabras describía el periodista Lowell Thomas la muerte
del “moderno caballero de Arabia”, que había
conocido en la ciudad vieja de Jerusalén.
T.E. Lawrence ataviado al estilo árabe. |
Hoy se cumplen 78 años de
aquel triste suceso que puso fin a la inigualable vida del ciudadano británico Thomas
Edward Lawrence cuando tan sólo contaba con 47 años de edad. Lawrence es universalmente
conocido por sus hazañas en el levantamiento del pueblo árabe contra la
dominación turco-otomana durante la Primera Guerra Mundial, de ahí el
sobrenombre de “Lawrence de Arabia”. Su singular personalidad ha quedado plasmada
en su célebre obra Los Siete Pilares de
la Sabiduría (1926) y su vida ha sido inmortalizada por la película
interpretada por Peter O’Toole (1962), que fue rodada en gran parte en
el desierto de Almería.
Su papel en la revuelta de
las tribus árabes, su nombramiento como militar adscrito al Servicio de
Inteligencia británico y su trabajo como asesor para asuntos del mundo árabe en el
gabinete de Winston Churchill pusieron fin a su verdadera pasión, que no era
otra que la arqueología y la historia. Era un gran lector de los autores
clásicos (como César o Jenofonte) y de la literatura medieval. Fue precisamente
su interés por el pasado el que le indujo a viajar por vez primera a Oriente
Próximo. El objetivo de su primer viaje, realizado en 1909, era conocer de
cerca los castillos de los cruzados de Siria y Palestina, pues su tesis en el
Jesus College de Oxford consistía en un estudio sobre la influencia de las
Cruzadas en la arquitectura militar europea. Lawrence además de visitar
numerosos castillos, se entretuvo en estudiar las costumbres y los dialectos de
los pueblos que habitaban aquellas regiones de Oriente.
Lawrence (a la izquierda) y Woolley en Karkemish (1913). |
David Hogarth, conservador
del Ashmolean Museum de Oxford, ejerció una influencia decisiva sobre la vida
de Lawrence. En 1911, le acompañó hasta el valle del Éufrates donde el British
Museum deseaba retomar los trabajos arqueológicos iniciados en 1878 en un antiguo
lugar llamado Karkemish. Los excavadores ingleses estaban a la búsqueda de los
hititas (un antiguo reino anatólico) en aquella vieja y polvorienta colina. Por
sus conocimientos del árabe, el joven Lawrence se ocupó de la organización y
dirección de los casi trescientos obreros de la excavación. En el invierno de
1912, la dirección de la excavación recayó sobre Leonard Woolley, el futuro
excavador de la ciudad de Ur, la patria originaria de Abraham según el Antiguo
Testamento. Lawrence continuó fielmente con su labor de asistente de campo.
La antigua Karkemish, junto
al río Éufrates, es un importante yacimiento arqueológico que se encuentra hoy
en Turquía, muy cerca de la frontera con Siria. Las excavaciones de los
ingleses se prolongarían durante tres años, hasta el estallido de la Primera
Guerra Mundial. Los trabajos de campo de Lawrence permitieron sacar a la luz
varias fases de ocupación del yacimiento, siendo la más espectacular por las
numerosas esculturas halladas la correspondiente al llamado período Neohitita
(siglos X-VIII a.C.).
Lawrence (a la izquierda) y Woolley junto a un relieve neohitita hallado en Karkemish (1913). |
En aquellos mismos años y en
aquella misma zona los ingenieros alemanes estaban construyendo un puente sobre
el Éufrates para el gran ferrocarril Berlín-Bagdad. Este proyecto contemplaba la
destrucción de parte de las murallas de la antigua Karkemish para obtener
tierra y piedra para un terraplén del citado puente. Gracias a la intervención
de Lawrence ante la autoridad otomana de Alepo se consiguió detener al
ingeniero jefe alemán, un tal Contzen, y salvar así las murallas de la ciudad
baja. Este conflicto derivó en una guerra abierta entre el campamento alemán e
inglés por el control de esta zona estratégica. Estamos en las puertas de la
Gran Guerra; y en esa situación la actividad arqueológica se confundía en
ocasiones con labores de espionaje.
Hasta 1914, Lawrence
compatibilizó sus tareas como ayudante de campo de Woolley en Karkemish con sus
frecuentes expediciones por las aldeas cercanas. Siempre deambulaba vistiendo el
traje tradicional y conversaba con la población local. En esos recorridos por
la región situada al sur de Karkemish, Lawrence y Woolley adquirieron toda una
serie de antigüedades (cerámicas, armas y adornos de bronce, etc.) procedentes
del expolio de antiguos cementerios de la zona. Woolley las publicó en 1914 como
ejemplo de las costumbres funerarias de los hititas, aunque en realidad eran
objetos más arcaicos (del III milenio a.C.). La mayor parte de esos objetos
adquiridos a campesinos de la región se conservan hoy en el Ashmolean Museum de
Oxford, gracias a que Lawrence los envió a su amigo Hogarth, normalmente
acompañados de cartas y de notas donde explicaba su procedencia exacta.
El periodista Lowell Thomas
estaba extrañado por el hecho de que Lawrence hubiera escogido Oriente como
campo de sus trabajos arqueológicos, en lugar del prestigioso Egipto faraónico.
La respuesta de Lawrence a esta duda retrata muy bien su particular
personalidad: “¡Egipto –dijo- nunca me ha seducido. La mayor parte de los trabajos
importantes se han hecho ya allí, y la mayoría de los egiptólogos de hoy
malgastan lastimosamente el tiempo tratando de descubrir con precisión cuándo
fue pintada la tercera antena del escarabajo sagrado…!”.
Karkemish fue un puente
entre sus días de estudiante en Oxford y de arqueólogo en Oriente, como Thomas
E. Lawrence, y su apasionante aventura en la revuelta de las tribus árabes, ya
convertido en Lawrence de Arabia.
Para saber más:
L. Thomas, Con Lawrence en Arabia, ed. del Viento,
A Coruña 2007 (ed. Original 1924).M. Brawn, Lawrence of Arabia, the life, the legend, Thames & Hudson, Londres 2005.
Apasionante la vida de este interesantísimo personaje. La verdad es que lo conozco muy poco, sobre todo a través de la película; pero si ella da una idea cabal de lo que fue, hay que decir que fue pionero en todo: tanto en su modo de relacionarse con la gente de otra cultura, como por su concepción del mundo en general (un romántico de espíritu, en el sentido verdadero de la palabra). Ello requería una personalidad valiente, en tanto que su modo de ser no hacía fácil la relación con las autoridades británicas. Admirable. Gracias por darnos a conocer más sobre él.
ResponderEliminarInteresante artículo que nos acerca a un valiente aventurero y soñador sin cuyos adjetivos no se puede llegar a imaginar una aventura como la que realizó Lawrence. Hoy con las dificultades que estamos viviendo y las malas noticias que llegan de Siria, leer estos artículos nos ayudan a evadirnos de la realidad. Me ha gustado mucho el artículo.
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